EN UNA CALESITA.
Generalmente, escribir requiere de un estado de quietud y aislamiento fisico que no siempre encuentro. Como las olas del mar, todo me avasalla y todo se aleja.
Vivir en Argentina es una realidad que avanza más allá de la teoría. Es una raíz profunda clavada en el continente, porción de sudamérica y partecita del mundo. Argentina es la experiencia de enlazar lo que deseamos con lo que tenemos, las marcas con los sueños, los amigos con los enemigos. Y este tercer mundo es parte de los otros, del primero y del último. Somos eslabones de la misma cadena.
Muchas veces me pregunto en qué lugar está puesta mi conciencia. ¿Sabés como es? Es como una calesita. La tierra gira y yo giro sobre ella. Cada mañana abro los ojos y desfilan ante mí los sueños, los anhelos, los deseos pendientes. Voy girando y, de repente, la veo. La sortija reluciente. Es eso, lo que quiero. Mamá y papá sonrientes, y la nena feliz. Me preparo, atención en la mirada, en los músculos y en la acciòn. Una mano me sujeta y la otra libre, cazadora. En el giro se acerca. Adelante.
Algo pasa y no está entre mis manos eso que ya casi tenía. El paisaje cambia, sigue girando. Un anciano durmiendo. Paredón y los sueños al galpón. Desorientaciòn, confusión. Hasta que nuevamente el paisaje se vuelve conocido. Mamá y papá sonriendo. Y otra vez se acerca el metal reluciente, como brote que sale de la pera de madera. Una vez más el objetivo parece firme y a punto de alcanzarlo...... El anciano durmiendo, paredón y los sueños al galpón. Mientras la "sortija" esté en manos del calesitero, la conciencia no va a dejar de girar .