Mientras tanto, en Roma, un largo debate decide que el Papa muerto hace dos años ahora es beato. Y la gente, en vigilia de días en la plaza de San Pedro, grita, salta, se abrazan y lloran de alegría, alegría tan estúpida frente a la muerte, tanto gasto inútil de comidas, bebidas y autos con choferes para hombres con sotanas que desperdician el pensamiento y la vida en decidir estupideces, el santo de los milagros no le sirve al obrero que queda aplastado bajo la pared.
Vivir aquí es caminar Buenos Aires, jugar Argentina, respirar el mundo y transpirar Sudamérica. La vida que trasciende a las palabras y que, sin embargo, se torna pensamiento que termina, inevitablemente, expresado en palabras.
5/03/2011
Un obrero murió esta mañana en un edificio en construcción del barrio de Mataderos. Un hombre muere, sin pensar en la muerte, cuando la pared se le cae encima. Y una mujer se queda esperando al atardecer, con el agua calentita para el mate como a él le gusta, y las tostadas, y tal vez mira el reloj y su hombre ya no va a volver a casa. El hombre sólo fue a trabajar, a buscar el dinero del día, sin pensar, sin prever que su vida era frágil y ya se terminaba, en su último día, en la obra, solo, sin abrazos ni despedidas.
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