CHINA.
Parte I.
” CH’IEN / LO CREATIVO ”
“Lo creativo es fuerte. La vía de lo creativo obra mediante la modificación y la transformación, a fin de que cada cosa adquiera su recta naturaleza y su recto designio, y logre duradera concordancia con la gran armonía. He ahí lo Propicio y Perseverante.”
Como la hoja de Lin Yutang, que en la tormenta y a merced del viento cayó en mi jardín, así un día me reencontré con China. Una noticia que oí por la radio –casual, fortuita y lejana por demás- hablaba de algo que estaba sucediendo en Beijing. Momentos sutiles, palabras oportunas o particulares estados de ánimo que no controlamos, sorpresivamente nos hacen prestar atención a determinados hechos, sucesos o curiosidades que no están vinculados con nuestra vida de todos los días.
Al escuchar la noticia, inmediatamente me sentí motivada a querer saber más. Y así comenzó una búsqueda algo desordenada. “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”, resonó en mi mente la frase de Lao Tsé.
Las cosas se iban transformando y la búsqueda entraba por nuevos caminos. Sitios de internet, libros y, después de muchísimos años, volví a rastrear emisoras de radio de onda corta –costumbre heredada de mi abuelo-. A partir de ese momento, empezó a perder importancia si encontraba o no aquello que inicialmente buscaba. Lo cierto es que encontré otras cosas. Y así me enteré de la existencia de un concurso, que trataba sobre China.
Eran 8 preguntas tan fáciles de responder como difícil ganar el sorteo y el premio. 8 preguntas que me acercaban a China. 8 posibilidades de ver con mis propios ojos lo que tantas veces imaginé. Beijing y la Gran Muralla serpenteante, la China multiétnica y el Tibet, Shanghai y el recuerdo de mis padres contando una y otra vez su viaje a esa ciudad.
Fue a mediados de 1972 que China entró en mi vida, cuando el viaje de mis padres devino, además de anécdotas y objetos de exquisito arte, en modificaciones de nuestra vida familiar, en nuevas costumbres, comidas y sabores singulares, en nuevos conceptos filosóficos y políticos. Inexorablemente, aquellos años de mi infancia fueron alejándose y guardándose en el caldero de la vida.
Pasados más de 30 años, yo me entusiamaba leyendo las preguntas del concurso. Se me aparecía como un juego pero, lejos de serlo, me sumergió nuevamente en aquellos recuerdos y me devolvió los viejos aromas.
Limitarme a dar 8 respuestas puntuales me sabía a poco. La historia enseña que siempre hay un acontecimiento previo, un fermento que permite nacer al nuevo brote. Mientras yo leía e investigaba para encontrar las respuestas, revoloteaban por mis pensamientos las poesías de Lin Yutang, las frases de Confucio y Lao Tsé, alguna imagen para ilustrar, los hexagramas del I Ching.
De cada acontecimiento importante de la vida de una persona podemos encontrar un correlato paralelo en alguno de los hexagramas del Libro de las Mutaciones. Recordé algunas palabras Carl G. Jung refiriéndose a ese antiguo texto: “Esa obra encarna, como por cierto ninguna otra, el espíritu de la cultura china; los mejores espíritus de la China han colaborado en ella y le han aportado, durante miles de años. No ha envejecido a pesar de su edad legendaria, sino que vive y opera siempre, al menos para aquellos que comprenden su sentido.”
“Participamos del espíritu del Este en la medida en que hayamos logrado experimentar la eficacia viviente del I Ching.”
Luego de estas palabras, supe que ya me había reencontrado con China.
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