RAICES II
Emma se fue hace 16 años, con una cantidad de equipaje que nos hacía reír, incluida una máquina de tejer de la tía, un marido con esquíes y las sábanas hacía poco tiempo estrenadas. Con toda la alegría de sus veintipico y una licenciatura sin debutar, partió hacia la isla más grande de Oceanía.
Emma se fue hace 16 años, con una cantidad de equipaje que nos hacía reír, incluida una máquina de tejer de la tía, un marido con esquíes y las sábanas hacía poco tiempo estrenadas. Con toda la alegría de sus veintipico y una licenciatura sin debutar, partió hacia la isla más grande de Oceanía.
Héctor –patagónico y mapuche por corazón- se fue hace 5 años, saltando los alambres del corralito y las cacerolas sin guiso. Con los 50 ya cumplidos y dejando algunas vidas intentadas y renunciadas, con equipaje liviano, algunos libros, sus piedras fetiches, runas, tarots y la voluntad de férreo optimismo para recomenzar siempre una vez más, orientó su nave con rumbo definitivo hacia Barcelona.
Los comienzos de Emma -en Australia y en su vida- la desafiaron, con un idioma que no era el de sus pensamientos, un matrimonio que se deshacía y los cigarrillos tan caros que le fumaban los dólares. Si por desafío, si por mundo nuevo y la experiencia de la libertad, quien sabe qué la retenía allí.
Los comienzos de Emma -en Australia y en su vida- la desafiaron, con un idioma que no era el de sus pensamientos, un matrimonio que se deshacía y los cigarrillos tan caros que le fumaban los dólares. Si por desafío, si por mundo nuevo y la experiencia de la libertad, quien sabe qué la retenía allí.
Héctor -cultor de amigos- fue recibido por alguien que ya lo esperaba, en abrazos y esperanzas. Casi antes de abrir su equipaje, reinauguró su vida, aireó su alma y liberó sus ganas.
Hoy, Emma, con un dominio perfecto del inglés, un marido australiano, dos preciosas hijas –muy australianas, también- y una casa a pagar a 30 años, ya sabe que Sydney –tan limpia y moderna- es para ella la ciudad elegida.
Hoy, Emma, con un dominio perfecto del inglés, un marido australiano, dos preciosas hijas –muy australianas, también- y una casa a pagar a 30 años, ya sabe que Sydney –tan limpia y moderna- es para ella la ciudad elegida.
Y Héctor, como el Goyo de la canción de Cortés, maravillado vio brotar hace un año el retoño de su semilla, tan soñado y anhelado, su primer hijo. Con un nombre puramente catalán, recordé con ironía cuando él me sugería, para mi hijo, un nombre mapuche.
A mí, porteña suburbana, me es difícil asimilar la posibilidad de hallarme tan lejos de los olores familiares y ser feliz. Pero Emma y Héctor, estirando lazos y buscando nuevas fuentes, se fueron y encontraron nueva tierra para hundir y nutrir sus raíces. No sé si mejor, si más tranquila o más fértil. Para ellos fue buena. En sus hijos, el fruto trasluce bienestar y felicidad. Sin embargo….
…hace unos días, Emma me sorprendió cuando me contó que uno de sus sueños es venir a vivir un año a Buenos Aires, anotar a sus hijas en una escuela del estado, entre el humo, el ruido y las cúpulas de Av. de Mayo, y caminar con ellas por los mismos sitios de su niñez…
A mí, porteña suburbana, me es difícil asimilar la posibilidad de hallarme tan lejos de los olores familiares y ser feliz. Pero Emma y Héctor, estirando lazos y buscando nuevas fuentes, se fueron y encontraron nueva tierra para hundir y nutrir sus raíces. No sé si mejor, si más tranquila o más fértil. Para ellos fue buena. En sus hijos, el fruto trasluce bienestar y felicidad. Sin embargo….
…hace unos días, Emma me sorprendió cuando me contó que uno de sus sueños es venir a vivir un año a Buenos Aires, anotar a sus hijas en una escuela del estado, entre el humo, el ruido y las cúpulas de Av. de Mayo, y caminar con ellas por los mismos sitios de su niñez…
Y Héctor también me sorprendió, cuando me dijo que estaba tramitando para su bebé la ciudadanía argentina, a la vez que la española. Como desde acá el primer mundo se ve tan libre de errores y horrores, le pregunté para qué. “Nunca se sabe”, me dijo, “tal vez a él le guste más allá”. Y me quedé pensando… será que nunca se pierde por completo los primeros pasos, la primera tierra, las primeras raíces.
ELIZABETH PSTYGA, 2006.
ELIZABETH PSTYGA, 2006.
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